domingo, 15 de febrero de 2009

VIVA ZAPATA. A MEDIA ESTANCIA.




Este texto fue escrito originalmente de manera muy rápida ,para compartirlo con mi amiga Gisela Blas , quien estaba en el MSN cuado entré a internet.
Tuve una experiencia muy significativa y conmovedora y necesitaba compartirla. Después la envié a la maestra Arcelia Yañiz para que la publicara en el diario ¨El Imparcial¨ de Oaxaca y ahora la pongo en este blog para todos mis lectores. Estoy consciente de que últimamente he sido proveedor más de imágenes fijas y de video que de textos.
Siempre me ocurre que cuando estoy en un viaje , experimento la angustia de tener que captar lo más posible para después compartirlo , y en muchas ocasiones eso va en detrimento del fluir de la visita que hago. Ahí ando, tomando fotos, videos, haciendo notas, queriendo estar en el momento preciso en el que algún elemento no se me escape, y al final, siento que no lo disfruté al cien por ciento.
Uno de mis colegas de la universidad me comenta que , para él, es terriblemente difícil pensar en la escritura como medio para rescatar lo vivido, pues nada, NADA , se compara a la experiencia.
Estoy de acuerdo con él, pero ensayo este método para compartir con ustedes cosas que me han sido importantes y que me enriquecen como ser humano. Esta estancia en Asia es para mí, algo inolvidable en la vida. Espero que vengan muchas más cosas, personas, lugares , sabores, entendimiento de palabras nuevas, colores, olores, sentimientos profundos, temperaturas, similitudes con lo que conozco, ganas de revisar libros para comprender mejor, y un largo etcétera.
Y bueno, ya después de tanto preámbulo. Aquí está para ustedes el texto. Descubrirán por qué se llama VIVA ZAPATA.


¡VIVA ZAPATA! EN CHINA.
Por Rodrigo Vargas Díaz.

Uno de los aspectos esenciales para entrar en contacto con otra cultura es el conocimiento de la lengua. El idioma chino es harto difícil ya que para pronunciarlo correctamente se debe dominar cuatro tonos. Si uno pone mal el acento en la palabra, simplemente dice otra cosa.
Por eso , para los extranjeros es un reto darse a entender en chino mandarín , y más aún, intimar con la gente , conocer de primera mano sus opiniones y su historia personal , enmarcada en su historia nacional . Lo que leerán a continuación fue una experiencia intensa y muy significativa, escrita en mi diario personal. Espero que les guste:

¨ Llego a casa después de una jornada de preparación de clases y de entrenamiento en el gimnasio.Hoy ,11 de febrero de 2009 , la temperatura ha sido amable, parece un día primaveral. Al subir al autobús , me doy cuenta de que he olvidado mi tarjeta de transporte y que no puedo pagar en el registro automático, estoy ya a bordo de 855 y la mujer de los boletos se me queda mirando. Otra vez, como muchas otras veces antes, a medias palabras, señas , brincos y casi con telepatía le explico a la vendedora en qué parada me voy a bajar y me vende el boleto.
Cuando bajo me topo casi de frente con un zapatero remendón que está sentado en la calle con sus herramientas de trabajo, su ropa desgastada por el tiempo y la labor; enmarcado por un gorro azul con vivos rojos sobresale una cara trabajada por el tiempo. Debe de tener unos ochenta años al menos y ahí está, ganándose la comida de todos los días, en una calle polvorienta que no es una callejuela, es una avenida, pero el polvo viene de la obra que se construye al lado y que está protegida de los ojos de los transeúntes por una barda de lámina.

No acabo aún de pensar en nuestros campesinos oaxaqueños cuando irrumpe en el escenario un hombre igualmente viejo a bordo de una bicicleta, en la cual lleva cartones usados. La bicicleta suena, ¿Cómo la puedo oír en medio de ese tráfico tremendo? los hierros oxidados y las llantas desgastadas obedecen el impulso de ese viejo que viste un saco raído y gris, y sonríe con una amplísima alegría. Baja , saluda al otro hombre , ríen y parece que bromean. El de la bicicleta saca un cigarrillo de una cajetilla que estaba en su bolsa, se lo ofrece al otro hombre y fuman. Me doy cuenta que el zapatero está chimuelo, sus dientes están sarrosos, sus arrugas son tantas que parecen que se enciman unas a otras. Me quedo clavado viendo la escena. Traigo la cámara conmigo, la llevo a todas partes, pero no me atrevo a pedirles una foto. Los dos voltean y me ven , se ríen, preguntan : ¿Extranjero?
Yo contesto torpemente : sí.
¿De donde ?, apenas les entiendo y respondo : de México
¿Moscú?¿Rusia? dice el señor de la bicicleta.
No, México. Trato de pronunciar lo mejor posible el nombre de mi país.
Hablan , ríen , me dicen cosas que no entiendo. Todos mis intentos de conversación terminan en esa frase : no entiendo . Y en una sonrisa. El de la gorra, el pobre zapatero remendón, viejo , muy viejo y que pasa sus últimos años en la calle de una ciudad de Beijing que ya es extraña para él y en donde no le ha hecho justicia la revolución, después de un rato de frases incomprensibles dice: ¡Viva Zapata! Quedo electrizado.Balbuceo frases pequeñas. Me siento tonto y mudo .Le quiero decir muchas cosas. Al cruzar la calle los sigo viendo, el de la bicicleta se va y el del gorro sigue sentado esperando a algún cliente. El paso de los autobuses y los carros lo desaparece de mi vista. Su imagen me persigue durante toda mi sesión de gimnasio.
Como en México , al lado de la prosperidad y la ¨post-modernidad¨ está una cara inalterable: la de la pobreza , la de los pueblos que aferrados a sí mismos siguen siendo lo que desde hace siglos han sido . Y estoy seguro de que siguen ejerciendo oficios, observando tradiciones, hablando sus lenguas, creyendo en sus protectores, curándose el alma y el cuerpo como lo hicieron sus antecesores desde hace milenios.
Ahora los rodean enormes y monstruosos edificios de concreto, es más, no hay lugar en Beijing en donde no se vea una grúa ayudando a levantar rascacielos, en detrimento de los ¨hutong¨, los barrios tradicionales que han sido desde hace centurias la cara típica de esta capital , el rostro que está desapareciendo , y que será muy pronto un recuerdo, como la muralla que tiraron en los años cincuenta para hacer de la ciudad un lugar más funcional.
¡Viva Zapata! No se me olvida, y veo al hombre del gorro con un sombrero de paja , en Morelos, en Oaxaca , en Atenco, blandiendo machete , comiendo un frugal desayuno mientras las garras de la globalización lo han tirado a la calle a una edad en la que debería estar en casa inspirando el respeto de sus descendientes.
Estoy a la mitad de mi visita en el país y pocas cosas me han sacudido como esto . Lamento no hablar chino para preguntarle cómo supo de Emiliano Zapata , cuál es su opinión de Mao, qué esperanzas tiene ahora , si es que algo de esperanza late en el cuerpo y el alma de este hombre que muy seguramente vivió la guerra civil, la invasión japonesa, las negras intenciones de Rusia sobre el territorio chino , el triunfo del comunismo, el gran salto adelante, la época del hambre, y luego , el terror de la revolución cultural. Terror no menor al de esta época de consumismo que está agotando a los pueblos y sus valores aquí y en México.
Mi mente vuela a Oaxaca y veo los rostros que hemos vuelto invisibles en estos tiempos revueltos y violentos de nuestro país, veo también la resistencia de nuestros pueblos a renunciar a su derecho de ser quienes son , con dignidad¨
Hasta aquí mi relato.No quise que esta vivencia se perdiera y deformara en los laberintos del recuerdo. La memoria, como dijo Borges, ¨ es porosa para el olvido ¨. Por eso la comparto hoy con los lectores oaxaqueños, esperando que algo de esta emoción pueda ser transmitido a ustedes.
¡Que gocen de la buena vida!

1 comentario:

  1. Rodrigo, tu relato me ha conmovido hasta las lágrimas. De verdad es increible como la grandeza de hombres como Zapata, hacen de esta Tierra un "vecindario".
    Wagive Turcott

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Hola . Me encantaría saber tu opinión o comentario de lo que comparto aquí con todos ustedes.