En febrero de 2009 tuvimos la enorme suerte de que la temperatura invernal se volviera más dulce. Salir a recorrer las calles de Beijing se volvió un placer, sin ropa de invierno, sin las apuraciones de tener que guarecerse para evitar las consecuencias del frío.
Aproveché el último día de los festejos del Año Nuevo Chino ; en este día se lleva a cabo el festival de la linterna, en el cual , como es costumbre se quema muchos fuegos artificiales para dar la bienvenida al nuevo ciclo.
Decidí ir a la mezquita más importante de Beijing que es conocida simplemente por el nombre de la calle en la que se encuentra emplazada: Niujie o calle del Toro.
Los tres mexicanos que emprendimos la aventura decidimos tomar un taxi hasta las cercanías del monumento, batallamos un poco para encontrar la dirección exacta , pero valió la pena.
LA MEZQUITA.
Este lugar de oración fue diseñado integrando perfectamente el estilo de las mezquitas arábicas con los rasgos de los palacios reales chinos, sus antecedentes se remontan al siglo X ( 996 d.c), aunque una buena parte ella es mucho más reciente, con aproximadamente doscientos años de antigüedad.
Para ingresar al recinto hay que vestir apropiadamente, no llevar pantalones cortos ni playeras que dejen al descubierto los hombros, en el caso de las mujeres no llevar faldas cortas. Para mi era una emoción inmensa poder ver a los chinos musulmanes en un espacio de veneración.
La mezquita de Niujie fue construida originalmente bajo la supervisión de Nasuruddin, un académico árabe. La arquitectura desarrollada en el lugar guarda una perfecta simetría a pesar de sus ampliaciones posteriores. Actualmente el terreno en el que se encuentra asentada cubre una superficie de 10,000 metros cuadrados.
Los principales edificios son : la torre de la observación de la Luna, la estancia de oración, las salas de lectura, los pabellones de las estelas , la estancia de los encuentros o asambleas, y las cámaras de abluciones ( lavado ritual) separadas en recintos para hombre y mujeres.
Esta mezquita es una joya de las reliquias del culto islámico que actualmente se preservan en el país, fue declarada patrimonio bajo protección estatal el 13 de enero de 1988, pero desde 1949 , año del triunfo de la revolución comunista en China , se destinaron recursos para su conservación. En el año 2005 el gobierno destinó 25 millones de yuanes ( 37.5 millones de pesos aproximadamente) para su mantenimiento .
En uno de los patios hay dos tumbas de sabios del Islam árabe , las inscripciones en las lápidas están hechas en elegante caligrafía arábiga , y según la información proporcionada a la entrada , esto es muy raro de encontrar en estas latitudes.
Además hay muchos objetos valiosos que son custodiados aquí: un incensario , una estela inscrita con crónicas y un manuscrito del Corán con trescientos años de antigüedad.
Actualmente muchos musulmanes de distintos países del mundo que llegan a China , visitan la mezquita y celebran sus fechas sagradas como lo marca su liturgia.
LA EXPERIENCIA EN LA MEZQUITA.
Visitar un lugar destinado a la veneración y el culto hacia lo inmenso siempre es algo que quita el aliento. La atmósfera de la Mezquita era de una paz duradera y nos sentíamos muy a gusto, a pesar de que, en un principio no dejaba de pensar que era un intruso. La cálida sonrisa de bienvenida del señor que nos vendió el boleto de entrada fue un estímulo muy hermoso para sentirse bien recibido.
Pasamos rápidamente por las estancias de ablución tanto de hombres como de mujeres, sin husmear, sin lanzar miradas indiscretas en esos recintos. Luego pasamos a la tienda donde había rosarios de distintas piedras semipreciosas como amatistas y granates, ejemplares del Corán escritos en chino y en árabe y tapices de baja calidad representando el gran momento de peregrinación a La Meca, cuando todo mundo da vueltas alrededor de la Kabah.
Los pabellones de las estelas con crónicas estaban protegidos de cualquier intrusión imprudente de los visitantes, sólo era posible verlos a una distancia suficiente como para apreciarlos bien; en cambio, la torre del minarete (que es desde donde se hace el llamado al culto) estaba abierta , y uno podía pasar por debajo de ella. El artesonado multicolor ( vigas de madera) que la adornaba era alucinante. Por supuesto , no me atreví a tomar fotos. El respeto es algo que me es fundamental. Finalmente, los chinos que profesan el Islam nos hacen la grandísima concesión de estar en un sitio muy especial para ellos.
Caminado un poco más , estábamos frente a las tumbas de los sabios árabes que dieron su vida de estudio y trabajo y oración en este recinto. Las lápidas estaban debidamente protegidas con vidrio y había en el lugar árboles viejos que brindan su bienhechora sombra e esta morada eterna de dos religiosos.
El observatorio de la Luna es bellísimo, el estilo es del tipo de las pagodas que vemos por todos lados en el territorio chino, la diferencia aquí , es la función que tenía el sitio: hacer cálculos sobre el calendario lunar y establecer las fechas de celebración de distintas festividades y conmemoraciones del rito islámico. Frente a este observatorio se despliega una hermosa inscripción arábiga en caracteres negros sobre un fondo dorado.
He dejado para el final la impresión profunda que me dio el ver a los hombres entonando cantos frente a la estancia consagrada a la oración, ataviados con sus gorros y turbantes blancos. El único lugar restringido que existe en la mezquita es este salón, sólo si uno es musulmán, puede ingresar a él.
Los practicantes dejaron sus zapatos en el portal y se entregaron a la oración mientras desde muy lejos podíamos tomar unas fotos y grabar unos segundos de video. Nadie nos hizo ninguna prohibición al respecto, pero queríamos sobre todas las cosas, tener una actitud de respeto y humildad.
A la salida de su rito , Juan Pablo Seade, quien habla chino pudo entablar una pequeña conversación con uno de los jóvenes. Los adultos mayores se agrupaban alrededor de una acera donde se desplegaban varios libros con temas de su religión.
Salimos de ahí con una sensación magnífica y decidimos explora un poco el barrio,que es uno de los pocos enclaves tradicionales que quedan en medio de este Beijing siempre cambiante que , en momentos, parece que engulle su pasado sin dejar ningún rastro.
La experiencia fue alucinante.
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