lunes, 20 de abril de 2009

BEIJING UNDER CONSTRUCTION.

¨Demoler¨. Caracter chino en una pared.


Los veo siempre, casi en toda la ciudad, en muchos casos , a todas horas se les puede encontrar en la labor. Son los trabajadores de la construcción ,que en cuadrillas que se van rotando están las 24 horas del día cambiando la faz de Beijing. Muchos vienen de provincias lejanas, eran campesinos y ahora , albañiles.
El espectacular crecimiento económico de China durante las últimas tres décadas ha transformado muchos aspectos de la vida del país más poblado de la Tierra. Y este cambio tiene lugar no sólo en el nivel de vida de la población que tiene acceso a los bienes de consumo , a mejores salarios, a la competencia en el ámbito laboral y comercial. También es algo que se puede ver de manera concreta: las ciudades chinas son otras, ofrecen paisajes urbanos diferentes a los que las caracterizaron por decenios y hasta por siglos.
En la década de los noventa le tocó a Shanghai cambiar su rostro .Pero esa dinámica no es ajena al legendario puerto, ya que éste , fue un enclave fuertemente disputado por las potencias occidentales. La beligerancia europea logró arrancar acuerdos desventajosos para China y establecer las concesiones francesa y alemana en Shanghai. Esos espacios fueron verdaderos estados extra- nacionales en territorio chino, desde donde los europeos hicieron jugosas ganancias con los productos del gigante asiático. Caminar por las concesiones nos hace recordar los estilos arquitectónicos europeos del siglo XIX.
A Beijing le tocó el cambió reciente en la víspera de los Juegos Olímpicos del 2008. En parte ese cambio tuvo como cometido la cirugía estética para recibir a los visitantes y los medios de comunicación convocados por el evento deportivo cumbre a nivel global. Más importante es la enorme inversión que se ha hecho para construir rascacielos que dan albergue a corporativos, comercios, espacios habitacionales de lujo e instituciones de carácter financiero.
La cara de Beijing ha cambiado tanto, que algunos de sus habitantes no la reconocen. Yo mismo, que vivo en una zona alejada de la ciudad , he visto una actividad incesante en la calle : edificios que son demolidos para dar paso a otros más modernos, vías que desaparecen de un mes para otro, maquinaria, trabajadores, zanjas y , a los lejos , las grúas metálicas que se mueven como brazos de gigantes. Todo eso en el transcurso de ocho meses.
En el camino hacia el centro de la ciudad puedo ver cómo de un día para otro, graciosas moradas de estilo tradicional están convertidas en escombros. Algunas veces las personas que viven cerca del edificio que ha sucumbido, sacan su ropa a secar y siguen sus actividades normales a la espera de que la maquinaria derrumbe sus casas y sean reubicados en edificios de estilo multifamiliar.
Algunos pequeños comercios viven sus últimos minutos, otros han sido cerrados ya, y en sus muros y ventanas se ostenta el caracter chino que da la orden final : demoler.

Los pequeños callejones tortuosos ,las casas con varios patios, la vista de ladrillos grises o rojos serán cosa del pasado. Alguna vez leeré este escrito pensando que fui testigo de la agonía de los barrios tradicionales pekineses. Los famosos ¨hutong¨.
Al recorrer la enorme calle Choayang Lu veo lugares que me recuerdan a los mercados pueblerinos de Oaxaca .Por todos lados hay vendedores callejeros, ofreciendo productos agrícolas y manufacturados; hay asimismo pequeños restaurantes , bastante dudosos a la vista, pero que venden delicias increíbles. Pasar por el parque es muy interesante, ahí se reúnen los adultos mayores y los niños a jugar. En plena acera es posible hacerse un corte de cabello con los peluqueros ¨ de paisajito¨ por seis pesos mexicanos.
La parte oscura del crecimiento de Beijing , con la dinámica de construcción de enormes moles de diseño contemporáneo , es que desaparece el barrio tradicional, y no solamente sus muros, sino la forma de vida que conlleva habitar en un espacio así. Estoy frente a los últimos momentos de una manera de convivencia típicamente china que da paso a otro tiempo, que se muere entre el ruido de motores, chirridos de máquinas, golpes de mazo y el estruendo de las piedras que no contarán sus historias a las próximas generaciones.
Es cierto que los hutong son limitados, propician el hacinamiento y la promiscuidad, no cuentan con servicios para cada casa , y los sanitarios y las duchas son externas, no hay un lugar asignado para los desechos domésticos y son laberínticos. Pero en lugar de proponer una forma de conservarlos y mejorarlos, se opta por la demolición.
El mercado juega un papel primordial en ello. Al contar con inversiones millonarias de varios países, la autorización instantánea para la edificación y mano de obra barata, los proyectos de construcción se hacen rápido. China es un paraíso para los arquitectos y diseñadores urbanos. Aquí pueden ver realizados sus sueños en un tiempo récord. De esta manera se han construido las instalaciones olímpicas que impresionaron al mundo en el 2008, el famoso ¨nido de pájaro¨ y el ¨cubo de agua¨. Pocas personas saben que muy cerca de éste último está un templo taoísta del siglo XVIII.
Esos contrastes de esta ciudad son sorprendentes, juntos templos, puertas antiguas, palacios y casas históricas, se levantan edificios terminados de construir ayer .
Siempre, de fondo, está la sinfonía de pala y pico que arrulla a esta capital.
Sonido alimentado por las miles de manos de trabajadores de la construcción que viven en albergues provisionales al lado de la obra que levantan, y a los que es posible ver a la vera del camino en la hora de la comida, llenos de polvo , algunos aún con el casco,comiendo su arroz , manejando con destreza los palillos.
Las crónicas antiguas dicen que Beijing , conocida como la capital del norte, era una ciudad de pequeños barrios grises señoreados por el Palacio Imperial , la famosa Ciudad Prohibida. La morada del emperador y la colina a sus espaldas, era visible desde cualquier punto de la capital. Hoy, esa visión es únicamente letra sobre frágil web.

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