martes, 7 de abril de 2009

ABRIL. CONMEMORACIÓN A LOS MUERTOS EN CHINA

El mes de abril sorprende en Beijing con una abrupta primavera , hay una interrupción en el ritmo de la vida china para recordar a los que han abandonado el mundo terrenal. Así que me dirijo al cementerio que está al oeste de la ciudad, a la salida del metro Babaoshang.
Le preguntó por teléfono a una de mis alumnas qué día es el mejor para hacer la visita al cementerio, ella me contesta que no importa el día, pues, desde su perspectiva sólo se trata de un día más de asueto.
En el acceso al cementerio está un mototaxista que expende en su vehículo una serie de guirnaldas hechas de plástico ,al pie del improvisado tendejón están los pinceles y los botes de pintura dorada. Al lado un puesto de flores ofrece arreglos modestos por un precio de 20 yuanes ( 40 pesos mexicanos ). No me entretengo demasiado ahí y, bajo el vivo rayo del sol, ingreso en el recinto.
Se adivina una cuesta que está coronada por un edificio típico chino, con tejado elevado y pintado de vivos colores, hay poca gente y se distribuye silenciosamente por los pasillos donde hay tanto tumbas como un muro donde están depositadas las cenizas, la nota de color la ponen las guirnaldas, y , al acercarse se puede reconocer los cigarrillos que están adherido con cintas adhesivas al reducido espacio de la placa conmemorativa. Muchas de esas placas tienen fotografías de los desaparecidos. Leo, tratando de no ser irrespetuoso , invasivo ; algunos deudos que acercan con cubos de agua, flores, y envoltorios de ofrendas.
Algunos de los que están aquí depositados nacieron alrededor de 1930, es decir, a lo largo de su vida sufrieron guerra, hambre, persecución y totalitarismo. Algunos ojos rasgados observan sin mirar, desde una lejanía insondable y en su cabeza está la gorra con la estrella roja.
Paseo entre las tumbas, hay unas sencillas, con solo una lápida rústica que señala el lugar de la última morada , los caracteres que indican los datos están pintados en rojo. Más adelante observo que los familiares llevan pintura y pinceles para remozar el aspecto de las lápidas.
El ambiente es de recogimiento, nada de la fiesta expansiva que señorea en nuestros días de muertos mexicanos, la gente es silenciosa, lo que invade el ambiente es una grabación en chino, una voz de mujer que repite un mensaje y luego, en las pausas se oye ¨ Sueño de amor ¨ de Franz Liszt. Ese contraste es muy sorprendente. El cielo está completamente azul, hay viento, empieza a reinar un calor que no habíamos tenido desde hace casi medio año.
Hay otras tumbas más lujosas, hechas de mármol oscuro. Sin embargo, todas son muy parecidas, enfrente de la lápida está una pequeña mesa tallada a la que custodian dos leones, los símbolos que en toda China se repiten, el león con la esfera y la leona con el cachorro. Desde luego, esa mesa es el lugar donde se depositan las sorprendentes ofrendas: dulces, pan , licor chino, cigarrillos, papel picado de forma rústica y dinero , billetes de juguete con cantidades estratosféricas un cinco con diez ceros , estos billetes chinos no presentan la imagen de Mao , sino un emperador, también se puede ver billetes de diez mil dólares.
Llamó mucho mi atención una tumba que tenía una guirnalda hecha de papel con palomitas de origami, otra tumba más , sólo estaba marcada con un mosaico que apisonaba unas hojas de papel picado, nada de lujo , solo una piedra marcando la casa de un ser alejado del mundo.
Sigo caminando, el cementerio tiene muchos árboles, sembrados convenientemente y muy bien conservados, también hay setos que delimitan el espacio de tránsito del de las tumbas. A través de las hojas de los arbustos, veo más tumbas, ahora blancas, me acerco, en una de ellas está una foto a color de un hombre joven que sonríe, se ve abrigado , la nieve aparece en el fondo de la imagen.
Un poco más lejos distintas personas inician sus rituales después de limpiar las tumbas, en las que colocan también frutas, en algunas se ven plátanos rebanados frescos, pero en otras , las sandías dejan ver el paso del tiempo en la textura de pulpa.
Los deudos se inclinan repetidas veces y oran con los ojos cerrados en un gesto de gran concentración, mientras sostienen las varitas de incienso entre las manos.

Regreso a la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing, mi mejor alumno, un Shangainés de nombre castellano Manuel no ha podido ir a su ciudad este fin de semana especial. Ayer, las cenizas de su abuelo muerto hace siete meses, fueron depositadas en el cementerio. Recibe una llamada de su abuela contándole los detalles de la ceremonia.
En la tradición de su familia, una vez cumplido el deceso, se lleva a cabo una secuencia de siete semanas de rituales donde, en un altar se depositan siete tipos de las mismas cosas frente a la foto del difunto: frutas, licor, agua dulce y tofu, entre otros elementos.
En la quinta semana tuvieron una ceremonia de invocación y con un papel de estaño trataron de hacer contacto con el abuelo. Manuel está contento que el único que logró hacer que el papel de estaño se quedara pegado al cristal del retrato del difunto, fuera él. Eso quiere decir que el finado respondió a su llamado, ya que otros primos e incluso la abuela misma, fallaron en su intento.
El deceso de su abuelo ha significado para él un gran dolor que ha tenido que apaciguarse entre la feroz competencia que enfrenta esta generación de estudiantes hijos únicos, que son la gran esperanza de sus padres. Los aspirantes al campo laboral se encontrarán en una escena feroz en donde cada vez cobra mayor importancia el individualismo y el consumo. Aquí no hay lugar para los débiles.
Hay muchos cambios que las generaciones no entienden, pues según los analistas económicos , en China pasó en diez años lo que Estados Unidos ocurrió en medio siglo.
Por eso jóvenes como Manuel que tiene 20 años y sobre todo, las generaciones que le siguen , tendrán que lidiar y tomar grandes decisiones en un escenario donde a veces parece que la tradición y la modernidad no son compatibles.
La única persona con la que podía charlar a gusto en su familia era su abuelo. Ahora Manuel no ha podido ir al entierro de sus cenizas, que han esperado siete meses desde su cremación hasta que fuese el día propicio según el calendario lunar para llevarlo a su última morada. Los estudios en la universidad son la prioridad, por eso permanece en Beijing y el recuerdo de su gran consejero vive con él en las horas larguísimas e intensas de estudio.

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