miércoles, 22 de julio de 2009

XINJIANG. REGIÓN AUTÓNOMA UIGUR.

Hace muchos años ,en los relatos fantásticos leídos en la infancia viajaba al Turquestán con los caravaneros que llegaban de la lejana China para cruzar el Asia Central, una región llena de misterios y riesgos pero también de maravillas.

Xinjiang como experiencia de viaje fue más allá de las expectativas que me había hecho.
Visitar esta región ,la más occidental de China , significó sumergirse en un mundo del cual conocemos muy poco en nuestro continente , pero que tiene elementos de gran interés .
Para empezar los habitantes de esta provinciana no pertenencen a la etnia mayoritaria que habita en China , la etnia han, los clásicos chinos de pelo lacio, piel clara y ojos rasgados; no, aquí los habitantes originales tienen distintas filiaciones étnicas , todas ellas provenientes del Asia Central , entre las que destaca por su número la Uygur. También existen Kasajos, Uzbekos, Kirguiz, Tadjikos, entres otros.
La cercanía con Afganistán, Pakistán, Tajikistán, Kazajstán y otros países islámicos le da su perfil cultural a esta parte del mundo.
Entrar en este territorio es sumergirse en el tiempo , cruzar desiertos, escalar montañas que cortan la respiración, ver ciudades milenarias aún vivas , escuchar múltiples lenguas y ver costumbres que se han resistido a morir a pesar de la política colonizadora de los chinos.
Gran parte del paisaje está señoreado por el desierto, enorme , interminable. Pero esta aridez esconde varias gemas, poblados fundados alrededor de oasis en los cuales se cultivan frutas de sabor sin igual y florecen expresiones de gran valía . A pesar de la rudeza del medio aquí hubo un encuentro de culturas pues, el desierto del Taklimakán fue uno de los cruces de la ruta de la seda , aquella legendaria travesía que partía desde el centro de China se adentraba por Asia Central , llegaba a Turquía y de ahí tendía sus contactos hasta Europa.
La importancia estratégica de Xinjiang ha sido pues, clave, desde tiempos inmemoriales. Durante sucesivas oleadas habían sido controlados por los chinos, después dejados en paz, para después volver a imponer su dominio sobre este enorme territorio que es casi del tamaño de todo México , pero sólo tiene 19 millones de habitantes hoy en día.
Finalmente , en los años 50 del siglo veinte se inicia una política de construcción de infraestructura de caminos para tener lo más cerca posible a este lejano territorio y además para poblar con chinos un lugar que , hasta ese momento , contaba con poco más del 90% de población Uygur. Hoy la etnia Uygur ha sido reducida al 40% de la población total.
Tan grande es la conciencia de los chinos de que este espacio no es culturalmente afín a ellos que el mismo nombre de la provincia revela la situación . Xinjiang quiere decir en mandarín ¨nuevo territorio¨.
De hecho tres semanas después de visitar esa provincia se suscitaron las manifestaciones de protesta de los Uygures que arrojaron un saldo de más de 150 muertos y mil heridos. Las más sangrientas después de la masacre la Plaza de Tiananmen en Beijing. Durante los enfrentamientos entre Han y Uygures el gobierno chino censuró a los medios internacionales de comunicación y me fue imposible enterarme de la realidad. Eso fue posible hasta mi llegada a México.

LLEGADA A URUMQI.

Las ciudades capitales de provincia en China suelen ser grandes, impersonales, con construcciones de una estética pobre y llenas de un tráfico insoportable. Las cosas más interesantes se hallan en las afueras y , por supuesto, entre los usos , tradiciones y costumbres de la gente.
Urumqi ,la capital de Xinjiang no es la excepción , además aquí es los taxistas son unos verdaderos tiburones: no usan el taxímetro y fijan cuotas abusivas a los turistas, principalmente los extranjeros que no tienen las herramientas fundamentales para defenderse en lengua china. Algo peor: los mismos trabajadores del aeropuerto están coludidos con los taxis pirata , que son más baratos , pero , desde luego , más riesgosos.


TURPAN, FIESTA INOLVIDABLE


Hicimos la visita de un día a Turpan, que es una ciudad oasis que sobresale por varias cosas: es el punto más cálido de China durante el verano, ya que la temperatura ha llegado en ocasiones a los 50° C, también el punto más bajo del país , con 134 metros bajo el nivel del mar , y en sus campos se cultivan vides cuyas uvas se cuentan entre las más deliciosas del planeta. En el mercado es posible ver dátiles, chabacanos, albaricoque, melones y sandías que tienen un sabor sin igual.
La aventura empezó desde el autobús, ese jueves once de junio de 2009 será memorable.
Alejados de los servicios para turistas, decidimos ir a la terminal donde los lugareños toman su transporte. En el camino, observando los generadores de electricidad movidos por el viento, éramos mi colega Ana y yo, los únicos extranjeros en el vehículo y llamábamos la atención de nuestros compañeros de viaje.
Un anciano y yo comenzamos a interactuar, a señas, por supuesto, pues él sólo hablaba Uygur , y yo ni siquiera hablo chino. Me enseñó su carnet de identidad para decirme cuál era su nombre , yo le mostré mi pasaporte , me estrechó la mano y nos tomamos una foto. Después reparé en su edad, había nacido en 1942, tiene apenas 68 años. Sind duda las visicitudes sufridas por el pueblo Uygur en el siglo XX dejaron su huella en ese rostro.
Atrás de mi , en el autobús, estaban unos gemelos de tres años de edad , que después supe que se llamaban Rodili y Madili. Su tía abuela los llevaba a los suburbios de Turpán para el cumpleaños de la bisabuela.
Llegando a la ardiente Turpán , después de cuatro horas de trayecto aceptamos la invitación para ir a la fiesta de la abuela.
Después de unos minutos de taxi salimos de la ciudad, las calles eran de terracería, la arquitectura me recordó mucho a los pueblos desérticos de México, con la diferencia que se asomaban de vez en vez las siluetas de pequeñas mezquitas. Nos detuvimos al frente de una casa junto a cuyo portal estaba amarrado un burro y al lado unos atados de paja de trigo. El zaguán estaba abierto de par en par, pero no era posible ver el interior por la presencia de una cortina azul. Unas mujeres ataviadas con vestidos de colores muy vivos y bordados en colores metálicos, con pañuelos en la cabeza nos recibieron.
Era una delicia la bienvenida a los pequeños gemelos. De pronto se abrió la cortina y se nos reveló una verdadera aparición de encanto.
Bajo la veranda que formaba una vid estaba un grupo de mujeres sentadas sobre una tarima recubierta con una alfombra roja. En medio de ellas, la centenaria cumpleañera sonreía con su desdentada boca.
Fuimos ceremoniosamente recibidos. Ana permaneció acompañando a las mujeres mientras yo fui conducido a una habitación donde estaban los hombres de la familia. Nuevamente una cortina me separaba de un viaje a otro mundo: sentados en los sillones de la entrada de la habitación, reposaban los ancianos, blandiendo sus bastones y llevando en la cabeza pequeños gorros blancos, a tono con el resto de su indumentaria.
El recinto tenía una plataforma alfombrada a la que accedí una vez que me quité los zapatos, las paredes también alfombradas y la luz que se filtraba desde la calle le daban al lugar una atmósfera antigua e irreal. Ahí fui agasajado con un banquete de arroz frito, carne de cordero , té , sandía y pan característico del lugar . Una auténtica delicia.
Después de intercambiar direcciones e incluso , teléfonos. Nuestros amigos nos despidieron con enorme cortesía y nos tomamos varias fotos.
Los pequeños Rodili y Madili, junto con su abuela y su tía abuela, dejaron con nosotros la casa de la cumpleañera y nos dieron un paseo por el bazar de Turpán y más adelante a la extraordinaria mezquita de Sugong y el minarete Emin. Desde el autobús pudimos contemplar la ciudad , en cuyos alrededores las casas se alinean a lo largo de canales que atraviesan varios kilómetros , ahí crecen árboles y la gente lava ropa , trastos e incluso efectúa su aseo personal, de pronto apareció un cementerio con sus tumbas de adobe en forma de casas con cúpulas, más allá maduraban las uvas , los higos , los dátiles.Llegamos a la mezquita y nos despedimos de nuestros nuevos amigos. Llegar a este edificio construido en 1777 es toda una experiencia. El estilo del edificio es afgano , el minarete o torre de llamado al servicio religioso está separado del cuerpo principal principal. Ambos son muy sencillos, hechos de adobe. Nos paseamos por el sitio y mientras estábamos ahí, un hombre cantaba salmos desde el interior de la mismo.
Pudimos entrar en la mezquita y disfrutar de la frescura de su interior. Subimos al techo y desde ahí vimos el oasis de Turpan, un milagro enmedio del ardiente desierto. Estábamos a 40° C y con una sequedad increíble en el aire, encontramos a una pareja de chinos y visitamos con ellos la casa del intendente de Turpan, una construcción del siglo XVII que fue una antigua sede de gobierno.
No tuvimos tiempo de visitar las ruinas de Gaocheng , una ciudad enmedio del desierto que se remonta a más de mil quinientos años de antigüedad, regresamos a Urumqi y al día siguiente volamos a Kashgar.

KASHGAR. EL VIAJE MÁS IMPRESIONANTE DE MI VIDA.

El tiempo no pasa, me sumerge en un laberinto de calles que desembocan en una mezquita amarilla , llamados a la oración impregnan el aire, rostros de miles de años me escudriñan; me tallo los ojos para creerlo. Estoy en Kashgar.
Antes , desde el avión vi montañas nevadas. Al llegar , el pequeño autobús que nos llevaba al hotel Seman pasó por la plaza del pueblo, donde se erige una gigantesca estatuta de Mao Zedong. A primer golpe de vista Kashgar nos presenta una imagen muy parecida a otras ciudades chinas, con sus horribles edificios que parecen cajas de zapatos, con mosaicos blancos cubriendo las fachadas.
En el hotel las cosas cambian, éste está profusamente decorado en estilo arábigo y nos deja sentir que estamos en el Asia Central ,lejos del paisaje de templo y pagodas muy común en el Este de China.
Nos lanzamos Ana y yo a la calle. De pronto la vieja muralla de adobe de Kashgar se reveló ante nuestros ojos, mutilada, para hacer pasar una avenida, cercada por edificios de escaso valor estético que la apresan ,la rasgan y la ocultan ante la vista. Avanzamos y de pronto aparece una calle donde se puede apreciar a la gente en el ejercicio de sus oficios: el panadero preparando las hogazas, las niñas descansando y jugando entre las alfombras que vende su padre, la esquina con la tienda de las verduras y , al voltear, todo el pasisaje esrà compuesto de casas de adobe, puertas de madera, algunas hermosamente labradas, consultorios dentales con peculiares anuncios , ventanas con algún tiesto de flores y hombres que venden frutos, pasan en carretas, se apoyan en bastones, amigos que se abrazan, mujeres con el rostro velado.
Estamos haciendo un viaje en el tiempo. Kashgar nos presenta su rostro medieval, sus callejuelas como laberintos, sus productos exóticos entre los que se encuentran, semillas , pieles, medicamentos que incluyen serpientes y desconocidas hierbas. Es la maravilla. Damos la vuelta en una esquina y entre cazos de cobre, alfombras que analizan escrupulosamente unas mujeres, vendedores de sandías y jabon de sebo, aparece un puesto callejero de una bebida típica: el Doh.

Esta bebida está hechacon yogourth , hielo, agua, miel y vainilla. La mujer pelirroja del puesto tiene las manos y los pies decorados con henna y calza unas zapatillas de tacón alto. Su vestido , como el de casi todas las mujeres de mediana edad de la ciudad, es de vivios colores, con lentejuelas y es lo suficientemente ajustado como para mostrar su espigado y gracioso cuerpo. Nos sirve la bebida que el hombre a su lado prepara mientras ve el televisor y Ana se dispone a beberla rodeada de hombres que portan el tradicional gorro cuadrado Uygur.

Al avanzar encontramos la hermosa Mezquita amarilla Id , que es una maravilla. En los alrededores estàn los mendigos, a la sombra de los àrboles aledaños reposan las mujeres, apartadas de los hombres; algunos ancianos se sientan en las inmediaciones de la entrada, mientras otros hombres entran al recinto ,pues es la hora destinada al culto.
Vagamos por la ciudad vieja , a través de las cortinas que velan la entrada de las casas se desprenden los olores de la comida, se escuchan conversaciones en Uygur, que es una lengua derivada del turco, y afuera, se reúnen las personas para alguna celebración,
Entre las callejuelas de pronto ,la extensión de las casas forman túneles, y , de pronto, aparece detrás de los pozos de luz, una mezquita.

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