miércoles, 22 de julio de 2009

VIAJE REVELADOR EN EL TECHO DEL MUNDO

A la estación del tren llego con Fernando, uno de mis alumnos. Está conmigo porque no puedo ir al Tibet sin permiso del gobierno chino, además lo debo hacer en grupo. Después de esperar al representante de la agencia de viajes y recoger los boletos junto con el tan ansiado permiso , parto, en un convoy especial , provisto de dispensadores de oxígeno. Voy a atravesar China casi de un extremo a otro. Me esperan 48 horas en el tren. La gran aventura entre Beijing y Lhasa comienza. Estoy a la expectativa de paisajes insólitos, ciudades antiguas, desiertos y lagos, para ,al final , llegar a la meseta tibetana; la más elevada del planeta.

EL LARGO CAMINO.

Primero, Fernando compra un pase de abordar con el costo de dos pesos mexicanos para dejarme instalado en mi vagón. A estas alturas ya sé que mi tour incluye a dos colombianos, dos rusos, cuatro filipinos y dos residentes canadienses. También viajan muchos chinos.
Cuando el tren parte pasan frente a mis ojos una infinidad de imágenes . Siento que llegamos muy rápidamente a Xi´an, la antiquísima capital de la primera dinastía china. Al igual que en las siguientes paradas ,el tren sólo se detendrá unos cuantos minutos.
La verdadera aventura comienza cuando llegamos a la ciudad de Golmud, en la provincia de Qinghai , en la última recta de 1000 kilómetros para llegar a Lhasa.
Ahí pasan los oficiales con formularios en los que los pasajeros se responsabilizan de efectuar un viaje a una altura mayor a 3,000 metros sobre el nivel del mar.
La vía férrea ha sido construida con una tecnología única. Pasa a través de inacabables estepas, cubiertas de pastizales, no hay árboles. De pronto, aparece un enorme lago color turquesa que el tren tarda media hora en dejar de bordear.
Es de madrugada cuando empezamos el ascenso.El tren está ya en el Tibet. Hago enorme esfuerzo para mantenerme despierto, no me quiero perder nada de esta experiencia que siento única desde este momento.
Nos esperan túneles larguísimos , uno de ellos está situado a cinco mil metros de altura.El oxígeno comienza a salir de los tubos ubicados en las paredes del vagón, mientras el día avanza y se divisan antílopes, yaks, águilas, rebaños de ovejas, y más allá , la portentosa naturaleza.La no intervención del hombre.
Montañas, hermosas, de bellos colores, a veces cubiertas de verde , a veces dejando ver lo rojizo de su suelo. En la lejanía hay elevaciones moradas ,cubiertas de nieve. Y arriba, el indescriptible y profundo cielo, surcado de unas nubes que pareciera que es posible tocar. Cúmulos , cirros , nimbos, y el zafir encantador . Prometo no repetirlo aunque caiga en la tentación cada vez que recuerde el cielo tibetano: este cielo es igual al de Oaxaca.
Aunque por horas sólo se contempla el lejano horizonte , por momentos es posible ver rebaños , pastores y pueblos ; algunos son minúsculas aldeas , otros tienen una dimensión más extensa, pero lo que resalta siempre es el soberbio paisaje. Me pregunto todo el tiempo ¿Cómo crecerá esta gente en un entorno tan grandioso? Sé que las condiciones de vida son duras y que los últimos sesenta años han visto una tragedia enorme en este lugar, pero aún así vivir aquí debe ser una cosa única por la belleza la tierra.
Ya en el valle de Lhasa veo fábricas, alguna familia de día de campo en una de las escasas arboledas que existen en este lugar. La altura es tal , que es imposible que crezcan bosques , las montañas son rocosas, desnudas de vegetación.

Una exclamación sale del vagón cuando pasamos en un puente férreo y alguien avisa que , a nuestra izquierda se divisa el Potala. Sí , el Palacio del Dalai Lama. Me froto los ojos , se me hace un nudo en la garganta, guardo silencio mientras un macizo rocoso tapa el espejismo que acabo de ver. Es el 11 de julio del 2009 aproximadamente a las siete de la noche. Nunca lo olvidaré.


EL PALACIO DEL POTALA.

DATOS.
AÑO DE CONSTRUCCIÓN: SIGLO VII , AMPLIADO EN EL SIGLO XVII.
ALTURA: 115.7 mts.
PERSONAJES INVOLUCRADOS: SONGTSAN GAMPO: FUNDADOR. V DALAI LAMA: IMPULSOR DE LA AMPLIACIÓN.

Para visitar el Potala es necesario reservar la entrada con dos semanas de anticipación. Sólo así es posible satisfacer la demanda de los miles de turistas que viajan hasta acá , atraídos por el magnetismo de una nación que fue hasta 1959 una teocracia, donde su rey además de sumo pontífice y jefe de estado también era considerado una de las reencarnaciones de Buda.
Al llegar en el autobús a la entrada oriente del Palacio veo a los peregrinos que caminan en el sentido de las manecillas del reloj , girando sus ruedas de oración . No hay tiempo para detenerse a tomar fotos. Tenemos solo una hora para hacer la visita, desde luego , quedaremos insatisfechos.
Después de pasar por el severo control de seguridad donde retiran botellas de agua y otros recipientes que contengan líquidos empieza la ansiedad por ver con los ojos muy abiertos los tesoros que aún quedan en el monumento.
El Potala se divide en la sección blanca y la sección roja. La primera cumplió funciones administrativas , mientras que la segunda fue la sede religiosa más importante del budismo tibetano. En las áreas al aire libre durante el ascenso en la larga escalinata es posible presenciar vistas inolvidables de Lhasa y ver a los tibetanos que vienen de regiones remotas y se toman la foto del recuerdo.
Pero una vez que uno entra en el recinto las cosas cambian.
La brusquedad característica de los guardias chinos aquí se acentúa más. No permiten que la gente se detenga un solo momento en las salas que contienen elementos dignos de ser admirados y contemplados con asombro. Tomar fotografías está prohibido y la atmósfera de intimidación le resta mucho a lo que podría ser una experiencia interior riquísima. A pesar de los gritos de los guardias no dejé de disfrutar la presencia y el místico murmullo los de peregrinos orando mientras visitaban un recinto sagrado para ellos.
Los murales son notables, desde aquéllos que muestran los guardianes mágicos del sitio , hasta los que representan a la ciudad santa de Lhasa y otros más con símbolos del budismo que son más difíciles de entender para los que no estamos versados en esta filosofía espiritual.
Si a eso le agregamos que el guía encargado de la visita en realidad denotaba su poco conocimiento sobre la materia (o su aburrimiento ante una visita para él cotidiana) pues, la atención resultaba pobre. En general, en toda China los servicios turísticos son cuando menos, mediocres, y muchas veces voraces y hasta fraudulentos.
A pesar de todo ello no deja de ser emocionante ver el recinto donde el Dalai Lama se reunía con sus funcionarios, y también la sala de estudio, así como el lugar donde se leía el oráculo.
Después de cruzar una terraza entramos al Potala rojo. Ahí vimos las tumbas en forma de Stupa del V al XIII Dalai Lama. Las tumbas ostentan láminas de oro y plata, y están cuajadas de esmeraldas, turquesas , corales, diamantes y otras piedras preciosas. Abundan los retratos del XIII Dalai Lama, porque los retratos del depuesto XIV Dalai Lama, el que todos conocemos y que encabeza el gobierno tibetano en el exilio, están prohibidos. También es ilegal desplegar la bandera tibetana.
La biblioteca es impresionante. Paredes enormes tapizadas de libros que milagrosamente se salvaron de la Revolución Cultural proclamada por Mao Zedong entre 1967 y que pretendían desaparecer los valores de las culturas tradicionales de los territorios de lo que hoy conocemos como China. Y ahí están, esos libros en escritura tibetana, que es afín al sánscrito.
En otra sala hay una representación de Songtsan Gampo , quien además de iniciar la construcción del Palacio en el siglo VII también ordena que se levante el templo Yokhang , que es el más importante del culto budista tibetano. Este personaje también es el fundador de la secta conocida como ¨ del gorro amarillo¨.
La visita dura solo una hora , y al salir , uno queda con la certeza de que muchos tesoros del Potala no nos son mostrados. Al salir aún quedan pegadas en mis ojos las imágenes de los grandes calderos de grasa en donde arden velas, de las ofrendas de dinero que la gente deja en su apresurado paso ,del corazón del Potala Rojo, un centro de oración en donde se estaban restaurando los enormes pendones de tela .
La circulación se agolpa en las venas y no es únicamente por lo difícil que es subir escaleras a 3,650 metros sobre el nivel del mar a escasas catorce horas de haber llegado al techo del mundo.

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