miércoles, 19 de noviembre de 2008

SHANXI : DATONG ,TEMPLO SUSPENDIDO, CUEVAS BUDISTAS.


En el tren , a la menor provocación , lo chinos se acercan a los extranjeros, hablan con ellos , exploran se divierten, les ofrecen cigarros y tratan de satisfacer su curiosidad: ¿De dónde son? ¿Qué hacen en China? ¿A dónde van? Mucha gente fuma en China y en lugares en los que en otros países ya está prohibido . Basta con que uno pregunte algo , sonría, se mueva en el vagón para que cualquier conversación comience, los que no hablamos chinos nos hacemos entender a señas y con las pocas palabras que hemos aprendido en nuestra estancia.
En esta ocasión vamos Alberto, Ana y yo en tren de Beijing a Datong , en la cercana provincia de Shanxi, es evidente que somos los únicos extranjeros, no sólo en el vagón sino en todo el tren. A la llegada a la estación ferroviaria oeste de Beijing uno encuentra un mar de gente que se dispone a viajar en este enorme país, llama mi atención ver a los campesino que llevan grandes costales cuyo contenido no acierto a adivinar , algunos viejos se sientan en las inmediaciones de la puerta y comen sopa instantánea, las imágenes se suceden ante mis ojos como fotografías. Entramos a la estación y abordamos el tren en medio del desorden que se hace en la fila que ha esperado por más de una hora.
Una vez comenzado el viaje vemos a cuarenta y cinco minutos de Beijing cómo empieza el paisaje de montañas , secas, enormes; el camino está flanqueado por pequeños poblados grises y de aspecto triste que se enfatiza con el avanzado otoño que estamos viviendo , es 14 de noviembre del 2008.
Pasamos por un paraje donde los obreros trabajan en la vía del ferrocarril, están en grupos, inspeccionados al parecer por un supervisor, en el interior del vagón pasan pequeños carritos cuyos portadores venden fruta a los pasajeros. Los chinos nos miran , a veces sin discreción, dos extranjeros son blancos , uno tiene barba , otro nariz afilada y cejas gruesas, hacen comentarios entre ellos, se ríen , al final , duermen. Descubrimos que una chica que viaja en el mismo espacio que nosotros habla inglés , ha estudiado esta lengua como especialidad en una universidad de Beijing y va a su natal Datong a pasar el fin de semana. Estamos a sólo seis horas en tren , una distancia bastante corta tratándose de un país tan grande como China.
Al bajarnos en la estación de Datong , el frío es más crudo que en Beijing, de hecho el pronóstico del tiempo es de 4º C bajo cero para esa noche. En la estación toda la señalización está en chino y es necesario comprar los boletos para el regreso , Ana quien habla chino con cierta fluidez empieza a emprender esta tarea , pero ni bien hemos comenzado a avanzar para alcanzar la calle y posteriormente ir a las ventanillas de los boletos, cuando varios chinos nos abordan para ofrecernos hoteles y taxis a precios supuestamente cómodos. Los oferentes no hablan inglés, así que se vuelve difícil rechazar su insistencia , que , en el caso de un taxista, es exasperante.
Ya en la calle , con los boletos de regreso en la mano , una mujer nos ofrece un hotel a buen precio, decidimos buscar por nosotros mismos en los hoteles recomendados por la guía de viajes que llevamos.
A todas luces Datong es una ciudad industrial y estamos en la zona de la estación del tren, por lo que nada es hermoso , hay pequeños locales comerciales en la primera calle que exploramos , la calle está llena de basura y el tráfico , aunque no intenso en ese momento , es peligroso , pues cada quien conduce automóviles y bicicletas como Dios le da a entender , de tal forma que al bajarse de la acera, es posible que venga un vehículo en cualquier dirección.
Preguntamos en el primer hotel , no nos convenció el precio, al salir, la mujer que nos había abordado estaba esperándonos, nos venía siguiendo para no perder la oportunidad de conseguir clientes para su establecimiento. Decidimos ir a ver cómo estaba su propuesta, pasamos por una calle con fondas y pequeñas tiendas desvencijadas que delataban la precariedad de los recursos de sus dueños, detrás estaban unas chimeneas de alguna fábrica .
Llegamos al hotel Antong , no se veía mal , al parecer éramos casi los únicos huéspedes del mismo , a pesar de ello hubo que regatear el precio. Esta práctica en China me cansa demasiado, mi sentimiento al respecto es confuso, por un lado sé que la gente se está ganando la vida y que a veces sus oportunidades de ganancia son escasas y en otras ocasiones no deja de sentirse el abuso por parte de las personas que aprovechándose de la diferencia ligüística , ven en los turistas a indefensos seres que son presas fáciles de su codicia. En fin, eso me hace reflexionar también en la voracidad con la que se maneja el negocio turístico en Oaxaca.
Dejamos las maletas en la habitación y salimos a buscar algo para cenar , todo cerrado, el frío intenso, los pequeños charcos se estaban congelando en las aceras llenas de suciedad, muy cerca de la estación del ferrocarril encontramos un restaurante con servicio . Eran las diez de la noche.
Ahí tuvimos una buena experiencia, en el modesto local estaban algunas personas aún cenando, un hombre que nos atendió pedía los platillos a través de un aparato de radio . Era muy simpático, estaba un poco ebrio y era de plática fácil , lo que Ana Lanau no desaprovechó para practicar su chino, muy pronto un hombre que estaba sentado a la mesa del lado derecho empezó a platicar con Ana, preguntándolo todo , como buen chino.

EL PASADO DE DATONG.
Para que mis lectores no se enreden con tantos nombres y referencias que les sean desconocidos , aquí les presento una pequeña cronología de los grandes hecho de la ciudad de Datong:
200 a.c.. Fundación de la ciudad por la dinastía Han. El emplazamiento de la urbe es un
punto clave para frenar las invasiones de los pueblos bárbaros procedentes del
norte.
386 d.c. Los Touba toman la ciudad y fundan la dinastía Wei del norte .
495 d.c. Datong deja de ser la capital de la dinastía Wei del norte.
1211 d.c Genghis Khan la conquista dándole función de ciudad fronteriza.



VISITA A LAS CUEVAS BUDISTAS. GRUTAS DE YUNGANG SHIKU


La dinastía Wei construyó en los alrededores de la ciudad unas grutas destinadas al culto budista. Las 53 se construyeron entre el 460 y el 525 y contienen más de 50.000 esculturas que han convertido la ciudad en un reclamo turístico. Fueron declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2001.

El día se desarrolló así:

Al despertar salimos a buscar qué comer, visitamos un mercadillo bastante animado, nada extraordinario, los mercados en tierras de gran diversidad se parecen, las semillas, las frutas hermosamente dispuestas, las aves en los corrales, los peces vivos a la espera de ser sacrificados para llevarlos a la mesa. Todo eso estaba ahí. Ana y Alberto compraron guantes y leche de soya y aprovechamos para hacer unas fotografías. Al salir pasamos por un área bastante precaria de la calle, sucia, de puestos improvisados, con poca gente, quienes se preguntaban de dónde vendríamos, después compramos un pan bastante rico y unos buñuelos redondos azucarados.
Abordamos, muy cerca de la estación de ferrocarril , el autobús 3-2 con rumbo a las grutas budistas de Yungang Shiku , vamos acompañados de campesinos que suben con costales .
El camino, para el viajero no observador se puede llenar de ¨ pintorescos recuerdos ¨ : algunas aldeas , sin indicios de letreros de neón, edificios de cemento o cualquier otro intento de urbanización ¨modernizante¨ , montañas agrestes carentes de vegetación.
Sin embargo existe una presencia que le brinda a esta región su carácter , su función en la China de hoy y su rostro menos agradable: la mina de carbón. A la izquierda aparecen unas chimeneas, y el poblado que surgió con la existencia de la mina ; si uno afina la mirada , se da cuenta que el arroyo que corre paralelo a la carretera es de color negro. Datong , con sus alrededores , es una de las zonas más contaminadas del planeta.

No lejos de las minas están las cuevas , el camión hace su parada y somos prácticamente los últimos en bajar. No tan lejos se ve el acceso a las grutas. Entramos y mil quinientos años en piedra nos contemplan.

Cuando se creó la primera Gruta de Buda , al monje Tan Yao, director del programa, le fue exigido que se esculpieran estatuas que tuvieran como modelo a los emperadores de Xianbei, fundadores de la dinastía Wei del Norte. Esta anéctoda está recogida en el libro "Historia de Wei", que revela un concepto central en la China feudal: el emperador es Dios.
Entre los años 453 y 523, casi 40,000 artesanos participaron en el gran proyecto real y esculpieron 50,000 estatuas budistas así como 53 grutas en un acantilado de un kilómetro de largo al sur de la montaña de Wuzhou, que es donde estamos.
En el interior de las primeras cuevas a las que accedimos , se pueden ver decoraciones con diversos motivos, desde pájaros con alas doradas hindúes y acantos persas hasta columnas griegas y balaustradas chinas.
Llamó poderosamente mi atención las imágenes de pequeños relieves representando a músicos que tañen instrumentos chinos e hindúes, la policromía de la talla en piedra, la profusa imaginería en donde geniecillos y boditsavas aparecen en danzas interminables puede caer fácilmente en adjetivos indignos para un trabajo de este alcance. Mejor guardo mis palabras y dejo que las imágenes hablen.
Me da una sensación de intemporalidad , me siento pequeño, la inmensidad del tiempo se posa un instante ante mis ojos, y se manifiesta el deseo humano por trascender, independientemente de pensar que esa obra tenía por objetivo político extender el dominio de los Wei del Norte a través de la profesión del budismo.
La imagen de Buda se repite exponencialmente , en diferentes advocaciones, en distintos tamaños, desde pocos centímetros hasta las colosales esculturas que quedan al descubierto y frente a las cuales se quema incienso y los chinos llegan a presentar su profundo respeto y veneración.
En las imágenes incluyo una foto donde estoy al pie de una de las estatuas para que puedan ver la escala humana frente a este trabajo titánico que , a pesar de años de abandono, descuido, pillaje y deliberada destrucción , se yergue aún ante nuestros ojos.
En la actualidad, estas grutas se enfrentan con la contaminación ambiental ocasionada por la explotación y el consumo de carbón en Datong. Huang Jizhong, investigador del Centro de Estudios de las Grutas de Yungang, confirmó que la eflorescencia de las estatuas budistas es cada día más grave y urge medidas eficaces para proteger este patrimonio cultural de la humanidad.

REGRESO A DATONG Y CENA DE HOT POT.

Mil quinientos años , efervescencia budista, y el tiempo pasó. Datong se desdibujó, las huellas de dinastías, luchas y deseos casi no se ven , sólo quedan unos pocos templos, el resto de un pabellón donde se aprecian dragones, calles que agonizan ante el embate del acero y el concreto y queda una ciudad gris, inmersa en el hollín del carbón y el ajetreo de la vida diaria. Una ciudad tan impersonal que no merece una visita por sí misma.
En sus calles seguimos comprobando que somos los únicos extranjeros, llegamos a un restaurante donde comemos un hot pot, comida de gran tradición mongola, que se sirve sobre una caldera con agua hirviendo en donde se vierten , ante nuestros ojos, cantidades de carne que puede ser de pollo, ternera, res y pescado, además de vegetales; a un lado está el plato hondo con una salsa que sabe a cacahuate y ajonjolí, la guarnición que se le puede agregar está compuesta de ajo en vinagre, col, salsa picante. Es una delicia. Hemos comido como emperadores tres personas , por la cantidad aproximada de cien pesos mexicanos.

TEMPLO COLGANTE .( XUANGONG SI)

El domingo 15 de noviembre nos levantamos muy temprano para ir al templo colgante o Xuangong Si, después de buscar en las inmediaciones de la estación ferroviaria la parada del autobús, tomamos un taxi que nos llevó a la Terminal ¨nueva¨ de autobuses de Datong ; el tiempo apremiaba y estuvimos a minutos de perder el autobús a las siete de la mañana , máxime que el taxista parecía que iba con toda la calma del mundo después de habernos hecho el ofrecimiento de llevarnos hasta el lugar que buscábamos por una cantidad once veces mayor a la que se paga en un autobús.
El autobús hizo una parada antes de partir, se subió sin precaución a la acera para esperar a más pasajeros, el frío arreciaba, los barrenderos hacían su trabajo, los vendedores de crepas chinas estaban cerca, había gente al pie del autobús.
Después de sesenta y cinco kilómetros, dos horas y muchas aldeas con montañas de fondo, llegamos a una parada aledaña al pueblo de Haiyuan, a decir verdad no se veía más que desolación alrededor de la pequeña estación de autobús. Inmediatamente los transportistas nos acosaron para ofrecernos la visita en taxi hasta el templo colgante. Nos subimos a uno de ellos y llegamos en unos cuantos minutos al tan ansiado tesoro cultural. Ahí me enteré que Alberto había sido golpeado en el pómulo en el momento de haber iniciado el viaje, ya que un hombre subió con una silla y la manejó descuidadamente , una pata metálica fue a para en el pómulo de Alberto.
El templo colgante tiene más de 1,400 años de antigüedad, sus pabellones siguen el contorno de la montaña. Las fotos son impresionantes, era uno de los lugares de China que no quería dejar de conocer pero la experiencia en este día fue un poco decepcionante.
El viajero un poco ilustrado no se dejará engañar con la publicidad de que una estructura de madera que comenzó a edificarse hace 1,400 años todavía esté ahí colgada, a los cuatro vientos, a merced de las miles de lluvias, los rayos del sol abrasador y los posibles desprendimientos del farallón al que está asido. Otra cosa es que en el mismo lugar donde existió dicho monasterio haya una sucesión de reparaciones y sustituciones que nos han legado una idea de un espacio de culto que ahora es un destino exclusivamente orientado al turismo.
En efecto , el monasterio fue pasto de las llamas en el siglo XIX y fue reconstruidos sucesivas veces hasta que tomó su forma actual en 1950. Además cuenta con estacionamiento, un enorme prado de césped, torniquetes de acceso ( que por cierto no funcionaban) , escaleras de cemento para llegar cómodamente y a la entrada una lona espectacular que anuncia su presencia.
El río que anteriormente corría caudalosamente a sus pies y por el cual seguramente los monjes decidieron elevar el monasterio hasta arañar el farallón , está ahora tras una cortina de concreto , del mismo material es el arco del cual surge un pequeño caudal que corre bajo un puente que hay que atravesar para llegar al templo.
Viniendo de una zona turística como Oaxaca , uno se da cuenta del enorme riesgo de la adaptación de lugares , ¨maquillándolos¨ para el visitante y despojándolos de un sentido más apegado a su función original. Con mucho creo que no valió demasiado la pena venir hasta 65 kilómetros de Datong para ver el templo en estas condiciones.

LA MONTAÑA FRAUDULENTA. LA VORACIDAD DE LOS PRESTADORES DE SERVICIOS.

Pero lo peor vino después : el taxista nos convenció de llevarnos a una media hora más arriba donde hay otros templos budistas en medio de las montañas, aceptamos, y como siempre en China , tuvimos que regatear el precio del transporte y , antes de llegar al lugar , en un acceso controlado , pagamos los boletos para entrar al lugar. Una vez llegados allá , quisimos usar el teleférico que estaba a la vista y nos anunciaron que estaba en reparación, decidimos ir a un templo budista que estaba muy cercano, el espectáculo de las montañas nevadas al fondo me cortó la respiración, realmente era emocionante saber que estaba en China , muy cerca de Mongolia y que estos parajes habían sido vistos por hordas de guerreros desde la más remota antigüedad, que fueron los territorios que invadió Gengis Khan , que estaba muy cerca del retiro de los monjes hasta esas alturas.
Pero ese arrebato lírico se desvaneció cuando intentamos entrar al templo y nos cobraron la entrada , aclarando que los boletos anteriores que habíamos comprado eran para el teleférico. Entramos, como todos los templo budistas , tenía su torre del tambor y su torre de la campana y varios espacios de adoración , fuimos al del fondo. Ahí, dos monjes ( ahora dudo que lo sean) nos hicieron saber que nos regalaban tres inciensos para hacer una reverencia frente a una imagen de Buda y después nos sentaron frente a ellos , solamente para pedirnos dinero a manera de ¨donación¨; nos hablaban en chino , dieron a entender que había que escribir nuestro nombre en un registro y la cantidad que estábamos dispuestos a dar , siempre agregándole ceros a nuestra propuesta. En pocas palabras un teatro montado para engañar al turista bien intencionado .
Al salir del templo, empecé a ver que la ceniza del incienso volaba por el aire , dándole un toque onírico al ambiente, muy pronto Alberto me aclaró que esas aparentes motas de ceniza eran copos de nieve . No lo podía creer, estaba empezando a nevar , la delicadeza de la nieve se hacía presente en un suelo en el que aún el frío no había sido tanto como para que lo encontráramos cubierto de blanco.
Pero este mundo en donde prima la ambición me volvió a poner en tierra. Decidimos comer en uno de los pequeños restaurantes aledaños , de esos que se construyen rompiendo con toda la armonía de los espacios históricos sólo para tener a la mano la oportunidad de ofrecer servicios a los visitantes. En el interior había una moto estacionada y una pequeña que jugueteaba mirándonos con recelo, en ese momento nos dimos cuenta que el teleférico se movía, tal vez en una rutina de pruebas de reparación. La cocinera y mesera nos atendió con cariño, nos enseñaba los ingredientes, invitó a Ana a ver su cocina, nos dio varias jarras de té y al final nos quería cobrar una cantidad estratosférica. Hubo que volver a regatear y salir con una mala negociación preventiva de un buen pleito.
Bajamos hasta Haiyuán para regresar a Datong con mal sabor de boca. El taxista manejaba como loco en una ruta peligrosa , llena de curvas. Todo el tiempo hablaba por su teléfono celular e invadía el carril contrario, pero lo que estuvo de miedo es cuando no encendió sus faros al pasar por un largo túnel en el que rebasó a un pequeño carromato que avanzaba lentamente , mientras de frente venía un camión con las luces encendidas. Al salir del túnel y verme agarrado a veinte uñas el taxista comenzó a reír.
En el camino de regreso no dejaba de reflexionar en cómo se puede echar a perder un buena experiencia de viaje cuando se trata de abusar de los turistas aprovechando la barrera lingüística ( que en China es enorme) y tratando de hacer el agosto en cualquier mes. Desde luego, mi pensamiento viajó hasta Oaxaca en donde la voracidad es la nota preponderante entre la multitud de tiburones que aprovechan una de las pocas fuentes de ingresos en nuestra entidad.

SEGUNDO REGRESO A DATONG.

Dimos una vuelta por Datong , recorrimos sus decadentes calles, y los negocios que ofrecían espectáculos en las aceras, cerca de la torre de la campana había una niña haciendo acrobacias, más adelante una callecita mugrienta donde se expendía comida ( entre la que se encontraban unos ¨tamales¨de arroz envueltos en hojas de forma triangular) , luego fuimos a un templo que reproducía un cántico en un altavoz y vimos de lejos el pabellón de los nueve dragones para no pagar la entrada. Estábamos hartos de sentir que sólo querían dinero de nosotros.
Pasamos por unas calles llenas de hutong o casa tradicionales chinas, Ana y Alberto se atrevieron a entrar a uno. Yo no soy capaz de semejante actitud irrespetuosa, conozco bien lo que la gente de las comunidades de Oaxaca siente cuando se invade su espacio íntimo. Eso me puso un poco de mal humor , pero lo dejé pasar y todo marchó bien.
Al pasar por otro negocio vimos un acto de fakir : un hombre sin camisa doblaba con el esternón una varilla, un chico y una chica hacían contrapeso del otro lado para que el hombre hiciera su proeza. Lo más admirable , comentó Alberto, era ver a ese hombre sin camisa con una temperatura que frisaba los cero grados centígrados.
Regresamos al hotel mientras mirábamos los terrenos en los que ya habían sido derribados los hutongs para dar paso a los edificios altos. Así , esos desvencijados locales comerciales que estaban al frente de las viviendas, resultaban ser los últimos reductos de una forma tradicional de convivencia que es únicamente china. Al hacer un alto pasamos por una tienda donde estaban, en un nicho , unos ajos, una bicicleta recargada y unos cromos del sagrado Corazón de Jesús y el Sagrado Corazón de María. Muy cerca se veía la silueta de un templo católico hecho con concreto.

REFLEXIÓN FINAL.

Esto lo escribí en una hojita prestada en el hotel , con un bolígrafo de Alberto, rescata mi sensación del momento:
Se suceden dinastías e imperios, ambiciones humanas por tocar lo divino, por trascender , y al final, quedan piedras, algunas de ellas hablan del ímpetu del ser humano por ir más allá. ¿De dónde? De aquí, de estos linderos , pero aún más allá , a donde el torbellino de la muerte no alcance . Solo es necesario que sobreviva una línea , una forma que nos hable y aunque no lo comprendamos del todo, hay un mensaje que conmueve y que deja una huella , un movimiento en el espíritu del que contempla.

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